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Nuestra Señora de El Cisne

Virgen del Cisne

Datos
Fecha 12 de octubre de 1594
Lugar El Cisne
País Ecuador
Aprobación Eclesiastica Aprobada
Festividad 20 de agosto
Templo Basílica de Nuestra Señora de El Cisne

Nuestra Señora de El Cisne es una de las imágenes más veneradas del Ecuador. Se caracteriza porque su devoción no sólo se encuentra entre quienes viven en El Cisne, sino que se expande alrededor de todo Ecuador e incluso existe mucha devoción en ciudades como Nueva York y Madrid.

Historia[]

La aparición de la Virgen de El Cisne data del 12 de octubre de 1594, fecha en la que la parroquia de El Cisne era azotada por una gran sequía y plaga de ratas que destruyeron todos los sembríos; consecuentemente se produjo una terrible hambruna que obligó a los indios a emigrar en busca de mejores tierras, por una parte, y por otra lo hicieron huyendo de quienes trataban de imponerles la religión católica.

Se hallaban los indios en esta determinación cuando se les aparece la Santísima Virgen y les dijo que fundasen allí una iglesia, pues Ella los habría de asistir para que no volviesen a tener hambre. He aquí la promesa:

"Confiad en mí, porque os voy a ayudar y a proteger para que nunca más volváis a tener hambre. Aquí os quiero asistir. Levantad en este lugar un templo, que allí estaré siempre con vosotros."

En efecto hicieron así los naturales e inmediatamente comenzaron a caer las lluvias, se reverdecieron los campos y los habitantes de esa comarca recibieron muchos favores de la Bendita Madre de Dios.

Sin embargo existen otras historias sobre la aparición de la Virgen de El Cisne y una de ellas nos cuenta como la virgen se le aparecía a una doncella indígena que acostumbraba salir al campo a pastorear a sus ovejas y en el camino se encontraba con una hermosísima Señora coronada de fragantes rosas quien la acompañaba mientras permanecía en el campo con conversaciones acerca de Dios. También es valioso rescatar la versión que se recoge en la Novena de Nuestra Señora del Cisne. El novenario data de los años 1975-1976 aproximadamente. Nos narra lo siguiente:

Corría el año 1594, cuando una prolongada sequía vino a azotar duramente a muchos pueblos de la provincia de Loja. El cielo mostrase largo tiempo endurecido, las nubes cual si fuesen de bronce, negaron la ambicionada lluvia, quedando el suelo escuálido y sediento, con lo cual fenecida había toda esperanza en el corazón del campesino. Vino a agravar la situación la aparición de una formidable plaga de ratones que consumió en breve todo cuanto pudo sobrevivir a los rayos del sol.
Pero donde extremó sus rigores la sequía y la plaga fue en el pequeño pueblo del Cisne llegando al extremo de tomar medida suprema en tan aflictiva situación cual era abandonar el pueblo. Mas, antes de poner en ejecución su resolución elevaron fervorosas plegarias al cielo haciendo el voto de erigir en ese lugar una iglesia dedicada a María. Plegaria tan humilde y fervorosa llegó presto al reino de los cielos: se desato en beneficiosa lluvia sobre los campos.
Desde aquel día, 12 de octubre 1594, cesó el rigor del tiempo, densas nubes cubrieron el horizonte tomando de seguidas las aguas a fertilizar el suelo. Tal fue el portento que dio origen a la pequeña imagen de María que principió a venerarse bajo la advocación de El Cisne.

El nombre y la fabricación de la imagen[]

La devoción a la Virgen María del Cisne tiene más de cuatro siglos. La Virgen María del Cisne recibe su nombre como parte de la tradición que comenzó en Europa con miembros de la denominada ‘Orden de los Caballeros del Cisne’ que elevaban templos en honor a la Virgen María en la cima de las montañas especialmente en Francia, Alemania y España, bajo el cuidado de los padres Franciscanos.

También ocurrió en Loja, puesto que fueron los franciscanos que acompañaron a Mercadillo en la fundación de la ciudad los que se hicieron cargo de la ermita del Cisne hasta 1712, o sea casi un siglo y medio después de fundada la cofradía por el Obispo López de Solís, de quien se cree que fue miembro de la "Orden de los Caballeros del Cisne" antes de venir a América.

Luego de la promesa a la Virgen los indígenas del pueblito de El Cisne viajaron a la ciudad de Quito con la finalidad de solicitar a Diego de Robles la elaboración de una imagen de la Virgen de Guadalupe similar a la que era venerada en la iglesia de Guápulo. Sin embargo Diego de Robles talla la imagen de una virgen venerada en el santuario de la Provincia de Cáceres en España.

Mide 65 centímetros de altura y es de belleza extraordinaria. Realzan su hermosura el ovalado rostro y gracioso semblante. Su frente, que ostenta la blancura del alabastro, es serena y espaciosa. Sus grandes y abrillantados ojos, expresan una amabilidad indefinible. Son sus mejillas de un bajo carmín, luciendo el matiz de las espigas en sazón. Su semblante graciosamente sereno y apacible, expresa un sentimiento noble y lleno de majestad, a la par de ternura y de inefable solicitud. Las facciones son bien proporcionadas, suaves y delicadas, sus labios finos,las cejas de negro azabache y bien arqueadas; en suma, tiene el aire de una reina y el atractivo de una madre, siendo toda ella hermosa.

Sus brazos tiénelos airosamente entreabiertos y mientras con su diestra empuña el cetro de oro, con su siniestra sustenta cariñosamente un gracioso Niño, cuyos ojuelos tiénelos como enclavados en el rostro de su divina Madre, formando un grupo encantador. A los pies de la santa imagen descansa una media luna de plata y de oro macizo, con sus cuernos retorcidos hacia lo alto.[1]

Se considera que para finales de 1595 e inicios de 1596 los Cisneños ya tenían la imagen en el Santuario edificado por ellos y en el cual era venerada. Sin embargo el por qué la imagen de la Virgen de El Cisne es relacionada con la de Nuestra Señora de Guadalupe nos lo cuenta el Padre Julio María Matovelle en su libro "Obras Completas", que menciona lo siguiente:

"La devoción a la Virgen del Cisne fue creciendo gracias a las peregrinaciones que la gente realizaba para ver y rezar frente a la imagen de la Virgen, hasta que mediante decreto de Simón Bolívar, se establece la visita de la imagen de la Virgen del Cisne a la ciudad de Loja, cuya llegada es el 20 de agosto de cada año, permaneciendo en la ciudad hasta el 3 de noviembre."

La fe en la Virgen del Cisne está ligada a numerosos milagros que se cuentan de ella y que se trasmite de generación en generación y que ha sido llevada a todo el Ecuador y el Mundo gracias a los emigrantes lojanos que comparten su devoción y fe.

La Real Orden del Cisne[]

El culto a Nuestra Señora de el Cisne se extendió desde Alemania a Francia y España y se levantaron templos en su honor preferentemente en las altas cimas de las montañas, bajo la custodia de frailes franciscanos. La Real Orden del Cisne fue en sus comienzos una hermandad destinada a alcanzar sublimes logros entre los príncipes y señores feudales, cuya sede principal se encontraba situada en la ciudad de Branderbourg, sobre la montaña de Harlung.

Se dice que ésta iglesia fue fundada hacia 1140 por el príncipe Prioslaw sobre los cimientos del templo de Triglaff y pronto adquirió la fama de un lugar santo que atrajo la devoción y las romerías de toda Alemania.

La Real Orden de los Caballeros del Cisne tiene íntima relación con la leyenda de Lohengrin, Caballero Cristiano del Santo Grial, quien se presentó misteriosamente ante el castillo de Steen, situado a orilllas del Rhin, en una barquilla tirada por un Cisne blanco para reclamar el Ducado de Brabant a favor de Beatriz, hija del Duque Godofredo de Brabant, que había fallecido sin dejar heredero varón y por lo cual su tío, el Duque de Sajonia trataba de imponerse por la fuerza. Enfrentados en leal duelo venció Lohengrin, quien restituyó a la princesa su Ducado y luego se casó con ella, pero con la condición de que nunca le preguntaría de donde él había venido. Pero Beatriz, cuando ya hubo sido madre de dos preciosos niños quiso saber la misteriosa procedencia del padre de sus hijos y un día se atrevió a preguntárselo, entonces él le respondió: Soy Lohengrin, Caballero del Santo Grial e hijo de Parseval, el héroe puro. Por esa pregunta que hiciste, tú misma has roto nuestra dicha y debo partir y dejarte. Así fue, otra vez apareció sobre el Rhin la frágil embarcación tirada por el cisne blanco y en ella partió Lohengrin hacia su patria.

Para perpetuar esta leyenda se creó la Real Orden de los Caballeros del Cisne, y su origen sirvió de inspiración a grandes creaciones artísticas tales como el "Canto del Cisne de Schubert", "El Cisne de Saint-Saenz", "La recóndita amada de Verdi", entre otras.

Milagros[]

La tempestad[]

Fray José Lucero, Predicador y Vicario de la Doctrina de Nuestra Señora del Cisne, en una redacción copiada textualmente por el Padre Córdova y Salinas en su Crónica de los Franciscanos en el Perú, jura que en 1647 encontró en dicho pueblo del Cisne una santa imagen de Nuestra Señora de poco más de una vara de alta con su niño en la mano, la cual decían los naturales, que la trajeron de Quito hacía más de 40 años y la colocaron en una pequeña capilla que habían construido en ese lugar.

Pero como los indios eran muy pocos el Lic. Diego de Zorrilla, Oidor de la Real Audiencia de San Francisco de Quito les ordenó quemar los ranchos en que vivían y que se trasladacen al pueblo vecino de San Pedro de Chuquiribamba situado a 3 leguas de distancia. Obedecieron los indios y cargando la santa imagen llegaron a su destino, pero entonces se desató una fuerte tempestad de viento, que los árboles se despedazaban y las casas se descobijaban, motivo por el cual los naturales de Chuquiribamba pidieron a los del Cisne que se regresaran inmediatamente y se fueran llevando su santa imagen.

Así lo hicieron y al punto que torcieron con la imagen sosegó la tempestad, dice el Padre Lucero y señala que después de este prodigio, muchos se declararon esclavos y mayordomos de esta Santísima Señora.

El agua milagrosa[]

En la antigüedad (agosto de 1800), un hombre nativo del Perú, habiendo sido milagrosamente sanado de una grave enfermedad por la Virgen del Cisne, hizo la solemne promesa de trasladarse a pie a dar gracias a María en su santuario.

Por el mes de agosto de aquel año dirigióse al pueblo del Cisne, y después de una jornada, subía el venturoso peregrino la agreste cuesta de la Alhaja en donde a poco la sed empezó a fatigarle en extremo. Buscaba agua con ansiedad y no pudo encontrarla; más así dióse modos para seguir caminando hasta llegar al paraje llamado Huasir, en donde no pudiendo más cayó desmayado, y al punto de desfallecer, acosado vehementemente por la sed y la fatiga. Como no conocía el sitio, no sabía que más adelante había agua y aunque lo supiera, no tenía fuerzas para más.

Entonces en tan difícil circunstancia, dirigió la siguiente plegaria a la Virgen: "Madre mía del Cisne, ¿cómo concientes que muera antes de llegar a tu santuario, a donde voy a darte gracias de los grandes beneficios que me has otorgado? Dame agua para salvar mi vida." Desfallecido y casi sin aliento fajó los ojos al suelo y vió por dicha suya una ligera humedad en el camino, raspó el lodo con la mano y al rato brotó un hilo de agua que empezó a correr.

Enseguida aplacó su sed con aquella agua que reconoció como milagrosa y continuó su camino hasta el pueblo, donde se postró a los pies de la Virgen para acreditarle su reconocimiento por los beneficios que le otorgó y desde entonces se le llama agua milagrosa de la Virgen y con tal nombre es reconocida generalmente hoy.

Desde entonces comenzaron a cuidar de esa pequeña fuente como un lugar sagrado, cuanto más que esa agua empezó a ser llevada como bendita y aseguraban que con tomarla se curaban los enfermos o con lavar un herida se sanaba. Los peregrinos también llegaron a informarse del particular y pronto no había persona que no se detuviera allí ya sea para llevarse un poco de esa agua o por lo menos para remojar sus labios implorando la asistencia de la Madre de Dios, siendo digno de anotarse que la pequeña vertiente se convirtió en un pozo de agua perenne que no se secó ni en los ardientes meses de verano, ni con las desoladores sequías que afectaron en diversas épocas a otras regiones de la comarca.

La bendita Señora conservó su alianza con los moradores de El Cisne e hizo respetar su promesa de que nunca más faltarían las lluvias para sus sembríos si es que allí se levantaba un Santuario dedicado a honrar a la Madre de Dios.

El niño curado de asma[]

Una historia más cercana a nuestra época de las bendiciones de la Virgen, es la que nos cuenta el Hermano Juan, perteneciente a la Congregación de los padres Oblatos que durante 50 años estuvieron al cuidado del Santuario y de la misma imagen de la Virgen del Cisne, que nos dice:

"Hay testimonio de un Ingeniero Parrales, que trabajaba con nosotros en la comunidad, que tenía su niño con asma y que estaba desahuciado prácticamente, entonces el padre Jesús le invita y le van a rezar y hacen lo normal de una petición y como eran conocidos de la Comunidad, se los invita al convento. Suben al comedor están allí, conversan y se descuidaron del niño.
Había neblina tremenda y el niño se había ido a jugar en la calle. Pensaron que ese desmán era muerte segura, pero no fue así. El niño se curó y nunca más tuvo asma hasta ahora."

El templo[]

Antes de iniciar con la construcción de la Basílica actual que en edificación fue la cuarta, existieron tres anteriores de menor magnitud en relación a la que hoy existe. La primera fue una ermita hecha por los nativos del Cisne, en la que se inició el culto y veneración a la Sagrada Imagen de la Virgen, las paredes eran de adobe, el techo era de paja, y su capacidad era mínima ya que al principio sólo eran los pobladores de El Cisne los que acudían a la misma. Posteriormente y en vista de la necesidad de ir ampliando el lugar debido al número cada vez mayor de fieles que la visitaban se inició la obra de la segunda y tercera iglesia.

Cuatro años después de la Coronación Canónica de la Virgen Santísima, ocurrida el 8 de septiembre de 1930, se comenzó la cimentación del Santuario por iniciativa y compromiso de la Diócesis de Loja. El encargado para comenzar la construcción del templo fue el Padre Ricardo Fernández. Se sabe que los planos fueron realizados por el padre lazarista arquitecto Pedro Brunning y la dirección técnica de la obra fue confiado a un caballero italiano residente en esta ciudad, Hugo Faggioni.

Consta el templo de 3 amplias naves en forma de crucero, con un área total de 1800 metros cuadrados. Al nivel del coro y con vista hacia la nave central una galería a cada lado de 3 metros de latitud, formando un claustro realmente artístico entre columnas, arquerías y balaustradas. El frontis reviste de magnificencia. Se corona con una torre de 55 metros de altitud, calculada a los fuertes vendavales del altiplano, y en particular de esta región, ventosa como pocas. Suntuosa es también la entrada principal por su coronación de columnas y la puerta de hierro artísticamente forjada en estilo gótico.

En fin, la Basílica de Nuestra Señora de El Cisne tiende a ser una obra rica en arte y colorido original. El 12 de octubre de 1944 la Congregación de Padres Oblatos toma bajo su cuidado la construcción de la obra así como la parroquia eclesiástica. Ya en el años de 1954 asume la dirección del Santuario el Padre Napoleón Quezada quién contrata para trabajar en la decoración interior del templo a Miguel Angel Sangucho, artista quiteño que estuvo trabajando en la Basílica del Voto Nacional. Tanto la arquitectura de la iglesia como la decoración interior responden al estilo gótico, propio de los grandes templos espirituales que se pueden apreciar no sólo en nuestro país, sino también en santuarios europeos y americanos.

El 12 de agosto de 1979 se consagra la obra con la presencia de todos lo obispos de la Provincia Eclesiástica, sacerdotes de la Diócesis, miembros de la Comunidad de Padres Oblatos, autoridades civiles y militares de la provincia de Loja. El Santuario de El Cisne tiene un excelente acabado gótico que puede ser observado desde fuera del mismo o dentro.

Se puede observar mucho mejor sus vitrales desde el interior con muy variadas expresiones que demuestran fe y devoción por quienes los han dado al Santuario ratificando así su devoción y agradecimiento a la Virgen. La mayoría de los vitrales han sido obsequiados al santuario por las familias de la parroquia y en algunos vitrales se puede ver que la Virgen de El Cisne también tiene devotos en todo el país.

Oración[]

Tú, que no abandonaste jamás al que invoca, consoladora de afligidos, protectora especial de las almas afligidas. Cuando venga a decirte mis dolores, a confiarte mis penas y a derramar a tus plantas lágrimas al recuerdo de los míos que sufren, de los que amo, de aquellos que la muerte ha arrebatado.

En mi última agonía, en este terrible paso del tiempo a la eternidad tu eres mi esperanza, Madre Mía acuérdate de mí. Así sea.

Oh Jesús Salvador nuestro que quisiste que tu Madre, la Gloriosísima Virgen María, fuera venerada en la hermosa imagen de Nuestra Señora del Cisne; concédenos bondadoso, que sepamos imitar fielmente en este mundo el testimonio cristiano de tan Santa Madre y Reina, cuyas alabanzas esperamos cantar en el cielo.[2]

Referencias[]

  1. Tomado de la Novena de Nuestra Señora del Cisne.
  2. Virgen del Cisne
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